Griselda Siciliani: "No tuve que golpear puertas"
Marina Zucchi mzucchi@clarin.com
Un torbellino. Esa es la comparación que le cabe a la labor de Griselda Siciliani, bailarina criada en Villa Luro que jamás pensó en la tele en serio. Apenas le bastó un año para construir en pantalla lo que otros demoran décadas en cimentar. Desde que debutó en pantalla no paró: su primera composición, la secretaria torpe de Adrián Suar en Sin código la llevó fugazmente hacia el Premio Clarín Espectáculos y el Martín Fierro como revelación. Sin bache alguno, saltó a Sos mi vida (Canal 13), donde hoy interpreta a Debi, la prima "tonta" de Facundo Arana. Y acaba de desayunarse con la noticia de su primer protagónico el año próximo, en Patito feo, comedia juvenil producida por Ideas del Sur para el 13 en la que será la pareja de Juan Darthés.
¿Vas a ser la nueva Floricienta?
¡No! Esa es una comparación hermosa, pero desde la historia no es parecida...
Griselda (28) sabe transformarse en muchas mujeres. Mientras elige el vestuario para la producción, es, de ratos, Debi, la desenfadada muchacha que actualmente compone. En instantes muta y desprende la misma sensualidad que alguna vez prestó para una tapa de Playboy. En todas sus facetas brota un rasgo común: su alegría.
"Soy una mujer bastante positiva. Con una energía muy alta y una imaginación humorística amplia", se define y empieza a desenrollar el ovillo de su historia. "De chica era parecida. Era tranquila y enérgica a la vez. Tengo cinco hermanos y recuerdo que con mis hermanas jugábamos a Mesa de noticias, por ejemplo. Pero no a ser actrices, sino a la situación. Yo estaba en el ascensor y era Cris Morena", se ríe la muchacha nacida en Caballito, que a los ocho se metió en la danza, a los diez saltó a la Escuela Nacional y tras recibirse dictó clases para ganarse la vida y dedicarse también al teatro.
Hoy, le saca lustre a su chapa de comediante con su criatura 100% ingenuidad. Debi, la "púber eterna" del agudo tonito cheto, que avanza sin pudores a los hombres, despliega cientos de colores. Es por momentos una niña suspendida en el tiempo y cuando quiere una femme fatal. Ignorante, despistada, adicta al shopping y a los hombres, roza el absurdo todo el tiempo. Y lo hace más que bien. "Creo que todos tenemos en algún momento una ráfaga de bobera. Ella no tiene dobles sentidos. Creo que es una persona que vive con felicidad porque vive con ignorancia. Ignora lo cotidiano. Como hacerse un té, por ejemplo. Es atrevida. En ese sentido es una púber eterna. Está siempre excitada, pero desde un lugar ingenuo. ¡La podría agarrar una patota de la calle y no se daría cuenta que la quieren violar! ¿Chicos, qué pasa?, diría. Adoro lo que me escribe (Ernesto) Korovsky . Cualquier cosa le cabe a Debi. Ella no podría convertirse en científica nuclear, pero sí en policía o travesti. Rasguñé y rasguñé tanto en ella que en cualquier situación ya sé cómo reacciona. A esta altura sé todo de ella", explica fervorosa.
¿Tu caso fue como el sueño del pibe, de un día para otro en la tele? ¿Te tomó por sorpresa?
Sí, porque no tuve que golpear puertas. Pero siento que el esfuerzo estuvo dado desde antes, porque alguien me vio hacer lo que yo sabía hacer. Después de Tan modositas (con textos y coreografías de ella y Virginia Kaufman), Manuel González Gil me reconoció en un casting e hice Revista nacional (con producción de Adrián Suar). Ahí me vio Adrián y me propuso la tele.
¿Qué te dijo?
Me preguntó si había dejado material en Pol-ka. Y le dije que no. Supongo que no tenía el proyecto de trabajar en TV. Entonces, preguntó si me gustaría y le dije depende qué. Me comentó que armaba una comedia y que había un personaje que me podía quedar bien. En ese momento no me sorprendí. Todo se iba dando. Todavía estaba disfrutando lo de la revista. Recuerdo que en el estreno vino Enrique Pinti a abrazarme y a decirme sos maravillosa. ¡Yo hacía un personaje chiquito! Creo que tenía más miedo que alegría de hacer tele. Lo viví como un a ver qué pasa. No sabía si mi tipo de actuación iba a servir. Pero me tocó un programa delirante que no era tan del código televisivo. Y todo lo que yo hacía encajaba.
¿Qué opinabas de la tele antes de estar adentro?
Soy muy espectadora de tele. Me encantaba, pero no pensaba que iba a trabajar allí. Me veía como actriz de teatro o por el lado de la danza. No soy una trabajadora de la tele. Vengo de otros lados y tuve la suerte de hacer cosas de calidad. Pero por horas de vuelo, no me siento trabajadora de tele, la tomo con respeto. Hace poco estoy empezando a asumir que soy actriz. Porque más allá de haber estudiado, no era lo que planeaba. Por eso hace 4 meses atrás decía que era bailarina. Hasta que todo el mundo me decía, estúpida, sos actriz todo el día. Pasa que siento en esencia que soy bailarina.
¿Cómo va a ser "Patito feo"?
Recién tuve una reunión. Es una comedia. Mi personaje es Carmen, una chica que tuvo su hija a los 18 y hay una historia con el padre de la nena. Es poco melancólica, de enfrentar las cosas, torpe y con una energía arrolladora. Mi hija va a ser Laura Esquivel, la nena que salió de Showmatch, y mi galán Juan Darthés, un galanazo.
¿Qué te seduce de trabajar para un público infantil-juvenil?
No me lo propusieron desde ese lugar, sino como comedia. Igual, trabajé mucho para chicos en teatro. Tengo esa energía alta. Me formé con Hugo Midón, que se dedica al teatro infantil desde un lugar inteligente.
Proveniente de una familia donde padres y hermanos ejercen la docencia en distintas disciplinas ("yo también lo fui, pero no era mi fuerte", se sincera), a los 18 se independizó, pero al poco tiempo se vio obligada a regresar a su casa paterna "sólo porque no podía pagar el alquiler". Luego llegó un noviazgo intenso (con el músico Mariano Moruja), que duró ocho años y seis de convivencia. Ahora está sola ("Soy sola", imita como Debi) y se refugia en la terapia. "No había hecho psicoanálisis hasta los 28. Me parece que es bueno para no estar ausente de lo que uno hace y es. Intento saber quién soy y modificarme en lo que puedo. Y trabajo la paciencia, que no es mi fuerte, porque quiero todo ya y no veo el proceso", explica. "¿Por qué estoy sola? Es difícil de analizar rápido. Tantos años en pareja te hacen pensar en el otro como una familia", dice y ante la incomodidad que se dibuja en su semblante, pone su mejor cara y vuelve a sonreír, como Debi, Flor y Griselda. Como todas las mujeres que la habitan.
Fuente: Clarin
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